quinta-feira, 25 de agosto de 2011

P.O. Box

Jamás podría ser original al hablar de lo que me provoca el amor. Puede ser culpa de las numerosas películas de Hollywood que he visto en toda mi vida o de los cuentos de hadas y sus promesas de príncipes azules. El punto es que todo que me ocurre es demasiado cliché, demasiado lugar común. Así mismo, no podré dormir esta noche si no vuelvo sentimiento en palabra.
Lo que pasó fue que me llegó una postal de un país muy, muy lejos. Me llegó esta postal justo cuando volví de una obra que me dejó nostálgica como hace mucho tiempo no me sentía. El universo tiene esa manía de hacer unas bromas que no son tan chistosas... Bueno. Yo la leí mientras escuchaba nuestra canción, la que le prometí siempre pensarla cuando escuchare. La leí y fui capaz de imaginar su entonación, sus pausas... su abrazo al final.
En esto momento, me vino el siguiente pensamiento: a cada carta que recibo, me voy llenando más y más y cuando siento que estoy a punto de reventar... no me reviento. Más que eso: descubro que aún hay mucho espacio, pero lo único que puede entrar es amor. Solo hay campo en mí para este sentimiento tan fuerte, tan complejo, tan... inefable.

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